Dulce invierno

La poesía se había perdido en algún recoveco del otoño
los atardeceres no decían nada
y la lluvia en las mañanas
los amaneceres en la ventana
el pasto pequño sobre las laderas cercanas a la soledad...

los días se agotaban antes de la noche
y la noche se eternizaba de dolor
la angustia jugaba cartas bajo mis pies
y sobre mis ojos el rencor remordía los instantes

los recuerdos bajaban al momento más cauteloso de mi amor
el amor ya no existía y se disfrazaba de gestor de sueños incompatibles al lugar

los días se disuelven
los días se disuelven...

la poesía se perdió
la poesía se murió
mi espejo vislumbraba restos de algún rostro desconocido
mis manos tocaban sin sentir
mis dedos sentían su guitarra junto a tus lágrimas


Se asomaba mi amor hacia la calle
se asomaba mi mirada con los sueños desterrados
y mi nariz se estrellaba
mi nariz de ratón se estrellaba contra un vidrio...

intenté salir corriendo
y no volver
intenté buscarte en medio de la gente
y me perdí
intenté saltar tu nombre más de una vez
y tropecé...
tropecé con tus ojos...
en medio de mi huída maestra hacia la nada
tropecé con tus besos
en medio de mi llanto ahogado de nefastas noches
tropecé con tus manos
en medio de mi angustia indiferente y disfrazada de vuelos de alcohol
tropecé con tus notas
en medio de la nada en la que me acomodaba despertar
tropecé con el todo...
el todo en mi reflejo...

en medio dejaste haciendo piruetas al sol
dime qué hiciste
o bésame de nuevo para no pensarlo más
y bésame mil veces
para hacer poesía infinita bajo la niebla
bajo la lluvia que sumerge mi respiración

hazlo mil veces...
bésame mil veces
y la razón se acaba
y las noches se detienen
y mi vida se acelera
y mi poesía desentraña
y mis miradas se iluminan de mañanas
y los amaneceres en mi ventana los oigo entre tus brazos
y los atardeceres se cierran del todo...

bésame mil veces
para no preguntármelo más
hazlo otras mil veces
y te digo que volvemos a empezar